
He descubierto mis edades
en las audiencias que mantuve
con mi sangre.
El tiempo avanza y trepa por las murallas
de las estaciones.
Todo crece hacia el infinito
dejando huellas indelebles e infatigables.
He fijado banderas
alrededor de mis muros,
he hablado con el lenguaje puro
de los pájaros,
conviví con la lluvia y el viento,
he descendido hacia la fuga y el polvo.
El asombro,
ese país húmedo y callado
fué mi refugio de regreso.
Después,
el amor sustentó mis horas secretas
y emergí vacilante
como una espiga dorada.
Prodigio inagotable
como el misterio oceánico.
Sobre los metales de la tierra
dejo grabados mis frutos vivos
y el rostro innumerable de mis edades.
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