lunes, 24 de mayo de 2010

DIGO BASTA

Es tanto el dolor que respiro
que siento cristales rotos
en mi pecho
y la soledad es un vacío
en los bolsillos.
Hablo y ando como fuera de mi cuerpo
y las palabras son diminutos sonidos
hasta que se convierten en murmullos
por el viento.
Desnudo las cosas del ropaje del amor
que un día vestí,
le borro los nombres y los rostros
que la ausencia desdibujó
y que ya no sirven.
Más allá del dolor,
en la dimensión del olvido,
es que recuerdo con nostalgia
lo lejos que quedaron
los escalones blancos de mi casa
que bajaba arrebolada
hasta el domingo lustroso,
con el sol cabalgando nubes,
durmiendo la siesta con los gatos
o jugando a las escondidas
con piedras multicolores.
Las calles que anduve
a lo largo del tiempo,
trepando los días como un vértigo,
temblando de ansiedades
o salvando distancias incontenibles.
Pero ya estoy de regreso
de grandes y pequeños acontecimientos,
de oscuros derrumbes
y victorias solemnes
y esta historia de hoy,
que marca salobremente
mi designio de pájaro solitario
me vuelve líquido los ojos
de tanto mirar a lo lejos.
Y digo BASTA,
basta a la soledad, al dolor,
basta a la ausencia.
Que ruede la piedra del silencio
batiendo en un abismo sin retorno.

LAS PALABRAS

Yo conozco el poder
que tienen las palabras.
Hay palabras que se pierden
y otras que resuenan en los siglos.
He descubierto en ellas
el pétalo encendido,
el silencio tumultuoso de la noche,
el amor que invade a los poetas.
En cada palabra resuena el alma
y se levantan ciudades de ternura
aplastando el silencio
que domestica las gargantes.
También hay voces
acumuladas de dolores
donde el pensamiento se entrecruza
con las sombres más antiguas.
Las palabras son viajeras constantes
de los corazones perdidos,
mensajeras incesantes
de todas las edades que arrastra consigo.
Ellas son el fruto
que humedece la tierra,
grano cereal que florece
al costado del camino.
Digo lo que germina,
digo el corazón,la esperanza,
el ojo de la vida,
su tensa cuerda que vibra y se exalta.
Las palabras.
Las dolientes, queridas y pródigas palabras.

LA POESIA COMO MEDIO DE EXPRESION

La poesía nació fundamentalmente respondiendo a una necesidad del ser humano. Paul Valery afirmaba que "la poesía es un perpetuo valanceo entre sonido y sentido y que se atraen el uno al otro, como piezas imantadas".
La poesía desempeña un papel importante en la sociedad, donde a su vez, esa utilidad se viste de belleza. En ella se habla de la rebeldía contra la opresión, de los niños en la calle, de la pobreza que margina al individuo, pero también del amor que une a un hombre y a una mujer incondicionalmente. Distintas emociones y vivencias, que se pueden expresar, tanto con la palabra escrita, como en el canto o en una representación teatral.
Hoy, cuando el individuo está inmerso en grandes problemas excistenciales, es muy difícil que se aboque a la idea de adquirir un libro de poesía, pero sí valora y escucha con más atención una manifestación teatral de la poesía o se deleita con una muestra de poemas ilustrados.
Un poeta que encare ciertos elementos de identidad con el pueblo, es un privilegio que mantendrá viva su obra, como en el caso de Machado, que es habitualmente cantado por Joan Manuel Serrat, o de Federico García Lorca, al que el excelente actor Alfredo Alcón lo exhaltó en un espectáculo teatral.
También tenemos el caso de Benedetti o de Armando Tejada Gomez o de Hector Negro.,en donde sus comprometidas poesías pasearon por toda América Latina de la mano de algún músico.
La poesía es necesaria históricamente para un pueblo, porque va a recordar sus dolores, sus pasiones y también sus costumbres. Concebida la poesía como como un medio de expresión artística y también de conocimiento, establece un orden de valores, de las relaciones que se establecen entre el espíritu y las cosas.
Cada poeta establece su reino propio, regido por sus propias fantasías. Trabaja con pájaros, con astros, con el amor, con la muerte, con la memoria de otros tiempos y otros seres. Con todos los sentidos y todas las visiones.
Por eso es que su creación, nacida de lo profundo de su experiencia vital, es siempre como una cosmo-visión, una respuesta al infinito enigma de las cosas.

viernes, 21 de mayo de 2010

LOS FANTASMAS DE BUENOS AIRES

Desde los comienzos de Buenos Aires, allá por el siglo XVIII, ha tenido una rica historia de misterio inexplicables, aún para los arqueólogos, historiadores y parapsicólogos.
La ciudad cambió notoriamente hacia 1776, cuando se transformó capital del nuevo Virreynato. Muchas historias se han tejido desde entonces y muchos lugares, barrios y mansiones han sobrevivido al paso del tiempo, dejando como legado grandes secretos, que aún son motivo de curiosidad para los habitantes de esta gran urbe.
Buenos Aires es como una enorme casa inabarcable, con rincones ocultos y secretos, que a veces se develan en parte y por situaciones fortuitas. Frecuentemente se habla de fantasmas y aparecidos y es entonces cuando los científicos`, estudiosos de lo paranormal, se afanan en echar luz sobre las inquietantes sombras.
Es el caso, por ejemplo, de algunas murmuraciones que obstinadamente se empeñan en asegurar que, cuando fué inaugurado el Teatro General San Martín, además de haberse "olvidado" de hacer la boletería, se descubrió que habitaba entre sus pasadizos secretos, un fantasma que, cuando no hay nadie en el lugar, solo el sereno, este aparecido enciende las luces y abre las puertas.
Se cuenta símismo que, este teatro, fué concebido en sus comienzos para templo masónico, de ahí sus medidas especiales y disposiciones que responden a razones matemáticas y complejas.
Y como toda ciudad que se respete, no faltan los túneles y Buenos Aires es abundante en ellos. Los más históricos son aquellos coloniales que pululan debajo del casco antiguo, o sea hoy, bajo la Manzana de las Luces, en el viejo barrio de Monserrat, cuyo destino original era para el tráfico de esclavos.
Y avanzando por el túnel de los misterios, por la calle Balcarce, existe todavía un local con tres grandes bóvedas, de las cuales se dice que por ellas se escucha llorar al fantasma de un tal Epifanio Lamas.Este personaje parece ser que era un santafesino que deseaba ambarcarse, vaya saber hacia adonde, y se escondió entre la mercadería que se hallaba en una de estas bóvedas. Por desgracia tuvo un accidente en el lugar y perdió el bergantín donde quería embarcar. Desde entonces se comenta que reside allí abajo, visible solo para el que lo quiere ver.
Un descubrimiento
A principios del siglo pasado se excavó en el antiguo edificio que se levanta en la esquina de Moreno y Perú y se descubrieron extrañas construcciones subterráneas. Allí se hallaron extrañas construcciones subterráneas y se encontraron diversos objetos, tales como un trozo de plato con el retrato de Napoléon, un bozal, dos cuernos, cucharas, tenedores y cuchillos de plata. Varias botellas, una cacerola de cobre, una espada, una bayoneta, una puerta rota con un cerrojo y otros objetos.
También se encontraron adheridos a una bayoneta, cabellos de color castaño. De acuerdo a los estudiosos los vincularon con los cabellos trenzados que el General Manuel Belgrano había hecho cortar, en noviembre de 1811, a los soldados del Regimiento de Patricios y que motivó el llamado "Motín de las trenzas".

Lamento y esclavos
Una de las leyendas urbanas más difundidas, es la que asegura que el edificio de la vieja Biblioteca Nacional, en Mexico al 500, donde hoy funciona la Dirección Nacional de Música, existen fantasmas esclavos.Se cuenta que en las noches, especialmente de tormenta, se escuchan claramente gemidos y ruidos extraños. También se dice que, la bóveda del Banco de la Nación, situado en Rivadavia y Reconquista, está repleta de almas.En ese lugar se levantó la primera iglesia de la Ciudad de Buenos Aires, que tenía, además, cun camposanto. Cuando esta iglesia fué trsladada a otro lugar, los cuerpos que estaban bajo tierra siguieron en el mismo sitio. Es así que se comenta que, sus almas quedaron sin descanso, las que merodean por las noches en el predio que ocupa el banco.
Otras apariciones inexplicables suceden en el Museo Fernandez Blanco. Uno de los museólogos que trabaja en el mismo desde hace 25 años, asegura haber sido protagonista en varias ocasiones, de apariciones extrañas.
Por ejemplo, en el verano de mediados del 90, se encontraba levantando el montaje de una muestra. Estaba en un salón del subsuelo, en el pabellón central, cuya puerta de doble hoja conduce a los amplios jardines. Según el museólogo, vió a través de la puerta, a una persona vestida de negro. Se acercó para ver quien era y cuando lo hizo desapareció en el aire.
En 1989, una bailarina de arte flamenco, comentó que mientras esperaba que volviera la luz que se había cortado, ella junto a una compañera, vieron un espcie de objeto muy grande, que brotaba de una bañera antigua que estaba en el fondo del jardín y se elevaba hasta llegar a la copa de los árboles más altos.Tenía consistencia de nube y era opaca.
De repente esa figura desapareció y reapareció instantaneamente del otro lado de las hileras de árboles.
Un perro guardían que se hallaba en el lugar, saltó ladrando con energía al ver esa figura, pero luego retornó a la casa muy asustado.
Como todas las grandes metròpolis estas historias no se encuentran en manuales, pero cuenta con cientos de autores anónimos que con sus leyendas construyen la identidad urbana, la tradición de una ciudad.

martes, 4 de mayo de 2010

UN RECUERDO DE LOS CINES BARRIALES


Cuando la memoria, como una máquina del tiempo, recorre los caminos que hemos hecho, aparecen, entre otros recuerdos que se creían olvidados, aquellas enormes salas de cine de barrio, donde con una sola entrada se podían ver tres películas, con algunos intervalos.
Por las noches, el techo corredizo, con un ruido caracteristico, dejaba ver un cielo azul iluminado de estrellas.
Luego, la pantalla se encendía y se escuchaba los acordes conocidos que anunciaba la salida del Noticiero Argentino. Los chicos se revolvian inquietos en sus asiento esperando que concluyera para que por fín, aparecieran los titulos de la primer película. Estos no eran simples cines de barrio, ya que podían competir de igual a igual con los de la calle Lavalle, por la calidad de las películas y la comodidad de las salas. Solo se diferenciaban en que, casi todos los espectadores se conocían del barrio, se saludaban, tenían charlas amistosas, hasta que el aomodador anunciaba que se hiciera silencio para el comienzo de la película.
Entre algunos cines barriales se pueden mencionar los de Flores, como el cine Fénix, Pueyrredón, Gran Rivadavia, Rivera Indarte o el San José de Flores, que en su mayoría han desaparecido o se han convertido en bingos, boliches bailables o escenarios de pastores con sus arengas.
Las películas de estreno se podían ver sin tener que viajar al Centro y en los Carnavales, las murgas brillaan en todo su esplendor arriba de los escenarios.
En los años 40 no había un solo chico o chica que se perdiera los domingos para ver las continuadas de cowboys, donde se peleaban con los indios, y la algarabía de los pibes que se ponían del lado de uno u otro de los que luchaban. O una joven parejita que se resguardaba en la oscuridad de la sala, y tomados de la mano se daban un beso timidamente.
Para no tener que comprar golosinas o helados, algunas madres les preparaban a los pibes tremendos sanguches de mortadela, que al desenvolverlos de sus servilletas limpias ynplanchadas, transmitían su aroma penetrante a toda la sala.
Otros, en cambio, se divertían comprando un chupetín largo y en forma de cono, que chupaban su punta para hacerla finita y de ese modo pinchar a un amigo que estaba sentado delante.
También se había impuesto un "día de damas", el que era reservado para proyectar películas argentinas de amor o de conflictos familiares, frente a las cuales las mujeres llenaban sus pañuelos de lágrimas, por los grandes dramones.
En el intervalo, el chocolatinero recorría la sala ofreciendo en su bandeja bamboleante riquisimos helados, chocolates y golosinas variadas, al que rodeaban con entusiasmo los menudos clientes.
Mientras tanto, en el frente de los cines, anunciaban con rutilantes afiches y fotografías prendidas con ganchos, los films más emblemáticos con los artistas más requeridos de la época.
Cuando los viejos proyectores se ponían en marcha, los aplausos ruidosos se escuchaban en la sala. En este punto, pensando que todos los barrios deberían conservar sus tradicionales cines, aparece en mi memoria la película "Cinema Paradiso", que hablaba del amor de los habitantes del lugar por la cinematografía y lograron reflotar esa sala del barrio, que nunca debería haber cerrado.Ellas poseían la magia de la infancia, la sorpresa de aquellas imágenes tan entrañables pra la memoria, que son referentes de la vida social de un barrio, que forman parte de su identidad y de su historia.